“Tilopa estudiaba un tratado filosófico de gran valor, cuando una anciana mendiga se le acercó por detrás, fingió leer por encima del hombro y le preguntó con brusquedad:
-¿Comprendes lo que lees?
Tilopa la increpa indignado:
-¿Cómo tú, una vulgar mendiga te atreves a hacerme una pregunta tan impertinente?
A lo que, sin prestarle atención, responde la vieja escupiendo súbitamente sobre el libro sagrado.
Tilopa salta de su asiento: ¿Quién se cree ser esta maldita diabla que se permite escupir sobre las santas escrituras?
En respuesta a sus vehementes protestas la vieja vuelve a escupir sobre el libro, pronuncia una palabra que Tilopa no alcanza a entender y desaparece.
La palabra, que para Tilopa solo ha sido un sonido confuso, calma repentinamente su cólera. Se siente invadido por una extraña emoción y surge la duda en su espíritu.
Después de todo, quizá la vieja tenía razón, quizá no entiende la doctrina que el tratado expone –ni ninguna otra-, quizá su lectura, por sí sola, no le sirva para comprender… Quizá no sea más que un estúpido ignorante lleno de vanidad…
¿Qué palabra ha pronunciado la anciana que no ha alcanzado a captar, pero cuyo solo sonido ha calmado su ira y le ha llevado a cuestionarse a sí mismo?
¡Necesita saberla!
Decidido, marcha en busca de la vieja mendiga. Tras numerosas, largas y fatigosas etapas la encuentra una noche en un solitario bosque.
Durante la entrevista, la mujer le insta a que vaya al reino de las dakinis (‘bailarinas del cielo’, deidades femeninas) -ella misma es una daikini- y se reúna con su reina.
En el camino que tienes que seguir -le dice- te aguardan gran cantidad de peligros: profundos abismos, furiosos torrentes, feroces animales, engañosos espejismos, horribles fantasmas, demonios hambrientos… Un delgado hilo que serpentea a través de este terrible reino te señalará el camino. Tendrás que seguirlo sin desfallecer. Si te dejas llevar por el miedo -le indica la diosa- y te sales del sendero, serás devorado por horribles monstruos. Si acuciado por el hambre o la sed, bebes de algún fresco manantial o comes la fruta que pende de los árboles al alcance de tu mano, si cedes a las jóvenes beldades que te inviten a retozar con ellas en los rientes bosquecillos, entontecerás y no serás capaz de volver a encontrar el camino.
Como viático le dio la vieja una fórmula mágica: la palabra que pronunció la primera vez que se encontraron. Tendría que repetirla continuamente, con el pensamiento totalmente concentrado en ella, sin pronunciar ninguna otra, ciego y sordo a cuanto le rodease…
Cuentan unos que Tilopa recorrió realmente aquel camino fantástico. Otros dicen ver en tal camino una especie de fenómeno psíquico. Otros más, consideran puramente simbólica la descripción…
Sea como fuere, según su historia, Tilopa atravesó aquel reino, contempló las terribles visiones, superó las seductoras tentaciones y luchó contra los feroces demonios. Tembló de frio, escaló las escarpadas pendientes rocosas, vadeó los turbulentos arroyos, se achicharró en los arenosos y tórridos desiertos…, pero nunca se salió del camino ni aflojó su concentración en las palabras mágicas que le diera la vieja.
Llegó hasta la reina de las dakinis, y sin dejarse embaucar por su atractivo, repitiendo siempre la fórmula secreta, la conquistó”.
Tilopa desarrolló el método del Mahamudra Yoga, el yoga del Gran Símbolo, precursor del Zen y de otras doctrinas similares. Narota fue el discípulo que le sucedió. A él le dio los famosos seis consejos de este método:
1 No recuerdes.
2 No imagines.
3 No pienses.
4 No examines.
5 No controles.
6 Descansa.
1 El pasado ya pasó, deja que se vaya. El futuro está por venir y por verse, ¿qué ganas con intentar anticiparlo, si no puedes saber cómo vendrá? El presente es efímero, ¿de qué vale tratar de detenerlo? Antes siquiera de que hayas tenido tiempo de pensar en él ya será pasado.
2 Al final, la imaginación nos lleva a vagar por un mundo ilusorio, mientras la vida pasa, se nos va de las manos. Vivimos los sueños de un sueño, una ilusión dentro de una ilusión, y la ocasión de conocer y vivir la verdad se nos esfuma. ¿Cuántos de esos sueños que soñamos se hacen realidad? ¿Cuándo despertaremos?
3 El pensamiento es solo una herramienta. Preguntémonos para qué sirve y quién la maneja. ¿La usamos o nos usa? Como toda herramienta deberá ser dominada y usada correctamente para que de el servicio que deba dar. El pensamiento, la mente que lo produce, es como un potro salvaje, suavemente pero con pulso firme, hay que domesticarla.
4 ¿A qué tratar de interpretar nada? Nuestro conocimiento es parcial y limitado, por tanto, nuestras conclusiones siempre serán parciales, desmochadas e inciertas.
5 ¿Qué podemos controlar? ¿De verdad creemos que podemos evitar que suceda aquello que tiene que suceder? ¿Sabemos cuándo vamos a morir y podremos evitarlo? Basta con observar atentamente lo que nos rodea, lo que sucede en el mundo y lo que constantemente nos sucede, para darnos cuenta de que nuestro control sobre los acontecimientos es absolutamente mínimo, por no decir inexistente. Solo somos dueños de nuestras reacciones. Y a veces ni eso.
Así pues:
6 DESCANSA. Relájate ahora, descansa. Nada a favor de la corriente, déjate llevar… Calla y fluye.
Una famosa frase de Tilopa:
“Ten la mente abierta a todo y apegada a nada”.
Y algunos versos de “El Canto del Mahamudra”:
“Mahamudra trasciende las palabras y los símbolos,
pero para ti, Narota, he de decir esto:
“El vacío no necesita apoyo;
Mahamudra descansa en la nada.
Sin hacer ningún esfuerzo;
permaneciendo relajado y natural
puede uno romper el yugo
y obtener de esta manera la Liberación.
Si ves el vacío cuando contemplas el espacio;
si con la mente observas la mente,
destruyes las distinciones
y alcanzas el estado de Buda.
Las nubes que vagan por el cielo no tienen raíces,
ni hogar,
ni tampoco los diversos pensamientos que flotan en la mente.
Una vez contemplas la propia mente,
cesa la discriminación.
Aunque se utilizan palabras para explicar el Vacío,
el Vacío como tal no puede ser nunca expresado.
Aunque decimos: `La mente* es tan brillante como la luz´,
ésta trasciende palabras y símbolos.
No hagas nada con el cuerpo; sólo relájalo.
Cierra la boca firmemente y guarda silencio.
Vacía tu mente y céntrate en el vacío.
Como un bambú hueco relaja tu cuerpo.
Sin dar ni tomar, pon tu mente a descansar.
Mahamudra es una mente que a nada se apega.
Practicando así, a su tiempo alcanzarás el estado de Buda.
Si la mente llena de deseo busca una meta,
solamente logra ocultar la Luz.
Aquél que abandona sus deseos
y no se aferra ni a esto ni a aquello,
percibe el verdadero significado que expresan las escrituras.
Para luchar por la liberación
uno debe depender de un Gurú.
Cuando tu mente reciba sus bendiciones,
la emancipación estará a tu alcance.
De este modo, todas las cosas de este mundo
resultan insignificantes;
no son más que semillas de dolor.
Las pequeñas enseñanzas te llevan a actuar;
uno debe seguir sólo las grandes enseñanzas.
Trascender la dualidad es la visión del rey.
Conquistar las distracciones es la práctica de los reyes.
El camino de la no-práctica es el camino de todos los Budas.
Aquél que recorre ese camino alcanza el estado del Buda.
Este mundo es transitorio,
como los fantasmas y los sueños, sin substancia alguna.
Renuncia a él,
corta los cordones de la lujuria y del odio
y medita en los bosques y montañas.
Si dejas de luchar y permaneces relajado y natural,
pronto obtendrás el Mahamudra
y alcanzarás lo inalcanzable.
Quien se aferra a la mente**
no ve la verdad de lo que está más allá de la mente.
Quien se esfuerza en practicar el dharma***
no encuentra la verdad que está más allá de la práctica.
Para conocer lo que está más allá de ambas, mente y práctica,
uno debe cortar de raíz la mente
y observarlo todo en total desnudez.
De esta forma, uno deja de lado toda distinción
y permanece tranquilo.
Uno no debe dar ni tomar, sino permanecer natural,
porque Mahamudra está más allá
de toda aceptación o rechazo.
La comprensión suprema
trasciende «esto» y «eso».
La acción suprema
maneja todas las situaciones, sin apego.
La realización suprema
es tomar consciencia de lo inmanente, sin expectativa”.
Lucio Álvarez
* No entenderemos aquí ‘mente’ como la mente pensante o el intelecto, ni siquiera lo que algunos denominan mente universal. Este tema de la mente es punto de controversia entre distintas ramas místicas. Nosotros, que no estamos por la disputa de las denominaciones, entenderemos que se está haciendo referencia a la Suprema Esencia, a la Fuente Primigenia, al Padre, Dios, Tao o como queramos llamarlo. “El Tao que puede ser nombrado, no es el verdadero Tao”. De hecho, igual se expresa Tilopa en este mismo verso al hablar del Vacío. Se equipararían, pues, los conceptos de Vacío y mente en este caso.
** En este otro verso, por contra, ‘mente’ hace referencia a la mente pensante y sensible, al intelecto. Coincide con lo que otras escuelas místicas llaman mente.
*** Dharma -entre otras acepciones- quiere decir: normas, deberes para la práctica religiosa, dogmas.