Té y Aikido………………………………………….por Chelo Roldán
Soy una amante del té y del mundo del té. Es un camino, que nos enseña a hacer de todo y a saber leer los símbolos que hay en cada cosa que hagamos.
El “teismo” tiene una máxima famosa: “Cien años, un encuentro”.
El mundo del té es un mundo de encuentros que ocurren una vez en la vida, por eso, la ceremonia del té enseña a agasajar a nuestros huéspedes de modo que no quede lugar a las lamentaciones o al arrepentimiento.
El espíritu de esta máxima se expresa en cuatro caracteres: la armonía o wa, la reverencia o kei, la pureza o sei y la tranquilidad o jaku que deben estar presentes en toda ceremonia del té.
Por aquello de leer e interpretar los símbolos de todo lo que hacemos, me di cuenta de la analogía que existía entre la ceremonia del té y el trabajo de Aikido.
Buena parte de la ceremonia del té consiste, al inicio, en limpiar con un paño cada uno de los instrumentos, incluyendo el “natsume” o depósito de té. Pero en realidad los instrumentos ya están limpios, lo que uno limpia o purifica al hacerlo es su propia alma, su propio corazón.
En las artes marciales sucede lo mismo, la preparación es tan importante como la propia práctica. El hecho mismo de lavar la ropa del entrenamiento y plancharla, ya tiene carácter creativo de la propia práctica. No se debe menospreciar esa etapa del camino. Es el inicio del inicio. Tan importante como el progreso. Tan importante como el resultado. Pero más básico y más importante en su sencillez, ya que sin el inicio no habría continuación.
Los principios de la ceremonia del té están presentes en las artes marciales.
En Tai Chi hay una práctica llamada «Tui Shou», donde lo que importa es armonizar los movimientos con los del contrario. Hay que estar atento a cada movimiento del adversario para sentir que “el amor que nos armoniza y enaltece, del mismo modo nos protege”. ¿Bonito no? No es mío, es una frase China. Y perdonad mi ignorancia porque no se quien la dijo. Pero esclarecedora. Este ejercicio rebosa de armonía, se respeta al contrario, se es puro en el sentimiento y hay que tener la tranquilidad necesaria para sentir al otro y saber cómo va actuar, sintiéndonos así protegidos.
Los cuatro principios de la ceremonia del té lo son también del Aikido: La armonía, la reverencia, la pureza y la tranquilidad están presentes en cada entrenamiento. Por ello cada vez estoy mas convencida de que, igual que existe la magia del té que reúne y aclara, el Aikido es otro mundo mágico y paralelo al del té que reúne, en un encuentro único y sin precedentes a unos cuantos locos que buscan el camino de la armonía. Que se aclaren de cómo lograrlo es harina de otro costal.