Paisaje de un recién llegado
Furimiru: Gratitud es ser consciente del gran poder que nos da la vida
(en K.Sunadomari El corazón del Aikido)
Buenas a tod@s, mi nombre es Alberto y he llegado recientemente al dojo de El Capricho
para practicar con el grupo de veteranos y de nuevos practicantes que allí se dan cita.
Aunque recién llegado al dojo no lo soy en el Aikido cuya práctica física había relegado al
olvido y tras plegar mi hakama y ahora bastante más mayor me sorprende ver cómo estoy
recibiendo la instrucción como cualquier nuevo con los beneficios, alegría y también cierta
frustración que ello me conlleva.
Animado por otro practicante más veterano me he puesto a escribir desde un gran respeto hacia los que llevan ya tanto tiempo más avanzados tanto técnica como espiritualmente que yo. No disfruto mucho con la palabra ni del concepto que siempre llevan al análisis y a la introspección meramente mental y que en cierto modo se sustentan en un ego que quiere sentirse cómodo estableciendo posiciones y estados confortables, pero si me propongo hacerlo, y creo que merece por vosotros, no me queda otra que planteármelo desde la perspectiva del lenguaje como un mero instrumento comunicador y dejando claro que siempre desde mi pura subjetividad intentar reflejar mi estado actual que aún contiene restos no solo de mis estudios de filosofía sino de la práctica de un pasado. Pero también de mis lecturas sobre Aikido continuadas y muchas veces repetidas durante todos estos años de ausencia en la práctica física, y que me han enseñado muchas cosas, entre otras a no emitir demasiados juicios y olvidarme de mi imagen del Yo para permitirme más plena libertad dentro de lo posible en el día a día. Esto es precisamente a lo que acudo al dojo: a olvidarme de mí mismo y de mis inercias y mi cotidianidad.
Visité las principales escuelas de la comunidad que tenía al alcance más bien por cercanía geográfica y si me preguntan sobre diferencias de estilo de unas escuelas a otras puedo decir que mi reencuentro con el Aikido me confirma lo que ya aprendí hace unos años: no existe más que un Aikido, ver diferencias y tratarlas como ‘estilos’, ‘perspectivas o puntos de vista’ distintos no es una visión compatible con el Aiki de unión que pretendió el maestro O Sensei y no beneficia al Aikido en general. En el mismo origen e incluso en Japón esta variedad de interpretaciones ya sucedieron. Una práctica en un dojo puede diferir de otro pero es que también una practica varía de un maestro a otro, de un compañero a otro y entonces se percibe que todo esto es el Aikido aunque no exime por supuesto de que se pueda mantener y sostener una linea de enseñanza, pero ¿quién puede decir que la suya es mejor? Se pretenden practicantes que sean mejores personas y si de una escuela a otra esto se produce en ambas pienso que la labor del Aikido entonces ha dado sus frutos. Que una persona decida buscar un maestro de entre las opciones existentes no creo que responda a estilos o tecnicismos sino más bien al entorno que dicho maestro ha creado donde uno pueda progresar de manera más eficaz no sólo en destrezas sino espiritualmente y eso solo depende de la persona individual, es decir, del practicante y de cómo se encuentra y desarrolla en dicho entorno. Después es cierto que la fidelidad y el compromiso del practicante con la práctica y con el maestro es importante.
Si a alguien le vienen bien estas palabras a pesar de mi ignorancia, de mi aún insuficiente
avance y escasa duración entre vosotros, me haría feliz el poder aportar algo a un grupo
que en poco tiempo ya siento como mío y que desde su generosidad nos da la
oportunidad de crecer a los que llegamos y no solamente a través de las sugerencias
técnicas siempre avaladas por el maestro sino por el entorno fraternal y compasivo que
desprenden y que han creado llenos de compromiso, gratuidad, comprensión y cariño;
también llenos de más paciencia que la que muchas veces es tolerable y que sin duda es
reflejo de su grado de progreso. Pero también me alegra la simbiosis que se produce por
este hecho donde se aprecia que ellos disfrutan de poder ayudarnos y así avanzar todos juntos para crearnos una rutina y unas maneras que duren más allá de la hora de
actividad en el dojo, y es que en esto creo que consiste la práctica, en crear mejores
personas y en aportar creando un mundo mejor (o al menos en no estropearlo más). De
hecho si habéis llegado hasta aquí leyendo es que habéis fomentado la paciencia y la
compasividad más de lo suficiente.
Y sobre mis sensaciones, por explicarlo de manera fiel al budo y al estilo sintoísta de
reverencia por la naturaleza, puedo decir que para mí la práctica del Aikido es como una
fuerte lluvia que te sobreviene en mitad de un paseo en el campo y ante la que nos
sorprendemos mostrándonos felices, en contacto directo con el momento y lo que tiene en
sí de especial y concreto. Pero también es alegría de disfrutar del paisaje mojado y sus
colores cuando la lluvia ya ha terminado. Para muchos que se acercan, la práctica quizás
no pasa de ser al principio mucho más que un ejercício y una destreza técnica que sin
duda es inevitable y saludable y que conforma una parte esencial aunque no es el objetivo
primordial del Aikido. La técnica no es sino el medio. Esto lo comprendí hace tiempo a
base de consejos y bibliografía alguna de la cual os pongo abajo (sé que cada uno tiene
su bibliografía preferida, la mía que es más teórica que práctica mayormente, es la
descrita). Actualmente intento adquirir ese centro estable que es la base principal del
Aikido, ese que te convierte en una peonza que esféricamente se mueve (sin parecerlo)
girando sobre sí sin perder el equilibrio y estable en su centro (p 47. El Espíritu del Aikido.
Ed Eyras 1988. Madrid. K. Ueshiba) en busca del nen que es el estado que te abre las
puertas a avanzar y que no es sino la concentración en el ‘momento, pensamiento-
momento, unidireccionalidad’ y llave del Aikido y que se constituye como la conexión
entre ki-cuerpo-mente (Idem p .40 y siguientes). No siempre lo consigo o mejor dicho lo
consigo a veces.
En el Zen y la cultura japonesa de Daisetz T. Suzuki se indica en su apartado sobre la
esgrima y el aprendizaje:
“Cuando un hombre, al comienzo de su vida, es ignorante de todo, no tiene escrúpulos,
no encuentra obstáculos, no tiene inhibiciones. Pero después de un tiempo comienza a
aprender, y se hace tímido, cauto, y empieza a sentir algo que obstruye su mente y que le
impide desenvolverse como lo hacía antes de haber aprendido nada. La enseñanza es
necesaria, pero la cuestión es no llegar a ser su esclavo. Debes ser su amo, de modo que
la puedas usar cuando la necesites. Tienes que aplicar esta psicología a la esgrima. El
esgrimista no debe albergar nada externo y superfluo en su mente, que debe estar
perfectamente purificada de toda emoción egocéntrica. Cuando esto se consigue y la
propia mente está ‘perdida’ de modo que ni siquiera los demonios pueden rastrear su
paradero, le es posible por vez primera hacer pleno uso de la técnica adquirida. O, mejor
dicho, va incluso más allá de la técnica, pues olvida todo lo que ha aprendido, ya que él
mismo es la enseñanza en sí y no hay separación del que aprende y lo aprendido”
Creo que este texto resume toda una vida de aprendizaje en un solo párrafo y el objetivo
de mantener el espíritu y la mente vacíos y limpios de toda incursión cuando se produce
el instante ‘presente’ donde se decide la vida y la muerte para un esgrimista.
Espero que ante tanta generosidad y paciencia de los antiguos esté a la altura de
mantener mi compromiso de trabajo y de actitud hacia vosotros, compañeros, y que
nunca sintáis que fue una pérdida de tiempo adiestrarnos juntos. Que lo que uno se lleva
de un dojo se queda ya grabado en su vida. Imagino que cualquier maestro se daría por
satisfecho si ha conseguido dejar esa huella en la vida de una persona y desde ella así
aportar ese beneficio de su enseñanza para toda la sociedad.
Creo que me he puesto demasiado pesado y prometo no escribir muchas más veces para
vuestra salud y mejora del tiempo libre. Yo de momento solo aspiro a seguir respirando,
vivir el momento y además disfrutarlo con alegría y con vosotros también,
Un abrazo a tod@s
Mi última biblio que seguro que ya conocéis pero por si a alguien le apetece o no ha leído
El Espíritu del Aikido. Kisshômaru Ueshiba
El Corazón del Aikido. Kanshû Sunadomari.
El Zen y la cultura japonesa. Daisetz T. Suzuki.
Cuando todo se derrumba. Pema Chödron.
Ikigai. Los secretos de Japón para una vida larga y feliz. Hector García & Francesc Miralles
Y para samurais:
El comic El lobo solitario y su cachorro. Kazuo Koike y Goseki Kojima. Varios tomos.