Buenos días y Felices Reyes. He leído algunas opiniones que aun siendo bien recibidas y estando agradecido y satisfecho por la valentía y sinceridad demostrada por sus autores, me mueven a hacer ciertas precisiones, a refrescar ciertas pautas.

Empezaré con la cita de Yasmina Khadra, jazmín verde, seudónimo del escritor y poeta persa Mohammed Moulessehoul, ya usada en otras ocasiones:

 “…Uno cree saberlo todo y acaba dándose cuenta de que estaba equivocado”. . .

Por supuesto es normal hacerse una idea anticipada de aquello en que nos metemos, lo que queremos aprender, practicar…

Pero hay ciertas materias, como el Aikido, que al ser experienciales, las ideas, previas a esa experiencia personal necesaria son poco útiles, casi siempre equivocadas y con frecuencia un estorbo. El conocimiento experiencial únicamente se adquirirá por la práctica, ¡de cajón!

Es inevitable, común e incluso útil, hacerse una idea previa, pero más pronto que tarde hemos de dejarla de lado, ha cumplido su función, impulsarnos a practicar,  dejémosla a un lado y vayamos a la práctica, libres, limpios, abiertos, páginas en blanco, recipientes vacíos…

Insisto en recordar las tres premisas imprescindibles que deben caracterizar a un practicante veraz:

Humildad, humildad y, remedando a mi Maestro, más humildad.

Al Fuji subes
despacio —pero subes,
caracolito…

(Kobayashi Issa)

Característica y conducta adecuadas al seguidor, al practicante sincero de esta escuela…

A él dirijo este texto.

¡Claro que se puede opinar, expresar el propio criterio! ¡Sólo faltaría!

Repito que siempre es de agradecer, que se aprecia de corazón, que se necesita incluso. Pero con la actitud correcta se ha de estar igualmente dispuesto a aceptar la corrección. La practica  humilde será lo que  ayudará a ver las cosas desde otra perspectiva, a tener paciencia -paz y ciencia- y esperar la experiencia, que es de lo que se trata.

Actualmente resulta muy fácil, acceder a imágenes y textos de ‘aikido’, a interpretaciones muy diversas.

Está muy bien.

Pero las imágenes sólo nos permiten ver la forma no el fondo, y las opiniones son las de terceros a los que ni siquiera conocemos.

Tenéis vuestros senseis, con ellos entrenáis cotidianamente, recibís su enseñanza directamente, prácticamente como uchidesis. ¿Qué más creéis que vais a conseguir de unos videos? No hay atajos, solo la experiencia propia dará la respuesta que a cada cual corresponde.

Nos hemos puesto en manos de un guía, de un experto. Fiémonos en él.

Practicad sincera, decidida y profundamente su enseñanza si creéis que este es vuestro Camino, y si en algún momento, necesitáis de otro sensei, de otra escuela, tranquilos que lo tendréis. Por el momento aquí y ahora:

Humildad, humildad, y humildad…

No obstante, repito mi recomendación, si queréis ver videos, 1º y principal, los de O`Sensei Morihei Ueshiba, ¡quién mejor?. En 2º lugar  los de Yamaguchi sensei y también son recomendables los de Endo sensei.

Aunque en ellos solo accedemos a la forma, su forma es musubi, puede inspirarnos a la practica limpia. Pero, siempre, siempre sujetos a la practica humilde y sincera bajo la dirección de vuestro sensei.

Recurro de nuevo a estas citas:

“La luz del alma más humilde es tan valiosa e importante que no sólo ilumina al individuo. Da luz al mundo entero”. (Anónimo indio)

“Si quieres alcanzar la Sabiduría sé humilde, y cuando la hayas alcanzado sé más humilde aún”.  (ib.) 

Solemos hablar de guardar el equilibrio, de buscar la paz y la armonía; muy bien, ¡Estupendo! Por desgracia también solemos referirnos a la paz, el equilibrio y la armonía físico-mental, atendiendo sólo a lo tangible y olvidando que la auténtica paz, el equilibrio y la armonía no pueden encontrarse en lo que es efímero, pasajero, mutable…

“Para practicar en plenitud el arte el Aikido, debes calmar tu espíritu y regresar al origen. Limpiar el cuerpo y el espíritu retirando  toda malicia, egoísmo y deseo”. (O’Sensei)

 

“El propósito del Aikido es elevarnos del mundo material al mundo del espíritu…”. (ib.)

 

“La armonía verdadera es mucho más que una palabra escrita  o una expresión. No la debatáis eternamente. ¡Aprended a hacerla realidad!”    (ib.)

Hay que practicar musubi, en toda circunstancia, dentro y fuera del tatami. Aplicar Aiki a todo pensamiento, palabra y acto en nuestra vida cotidiana. Buscar y desarrollar, la unión del cuerpo la mente y el espíritu.

Sólo el espíritu es permanente, inmutable. Si no hay paz, armonía y equilibrio en el alma, no hay paz armonía y equilibrio posibles.

Qué podemos esperar si en nuestra vida nada varía, si seguimos aferrándonos a las mismas cosas, las mismas rutinas, las mismas ideas e iguales reacciones. Atados por los mismos condicionantes, a los mismos deseos y apegos…

“Locura  es hacer  siempre lo mismo y esperar resultados diferentes”. (A. Einstein)

Es necesario variar la orientación de nuestra atención.

“En vez de pedir a los dioses que te envíen al cielo, pregúntate a ti mismo dónde puedes encontrarlo”. (O’Sensei)

“El cielo está en el interior. No lo encontrarás jamás en otra parte, lo busques donde lo busques. Descubre el cielo que tienes dentro de ti”. (ib.)

Hablar abiertamente de Dios, del alma, de cielos interiores, de Amor, de hermandad universal…, en muchas ocasiones provoca cierto rechazo, un cierto pudor, cierta desconfianza.

No hacemos más que reproducir las palabras de O’Sensei M. Ueshiba, fundador del Aikido. Si es Aikido lo que queremos practicar…

Sin profunda, sincera y grande humildad es imposible alcanzar otras etapas del camino al margen del grado que ostentemos.

El Sendero del Aiki, del Amor, es humildad, sin ella no solo no hay etapas alcanzables. ¡No hay Sendero!

En las opiniones de los noveles, igual que en la ejecución de las técnicas, son normales las inseguridades las apreciaciones inexactas. Es propio de todo principiante. Normal.

Llegamos al Aikido por muy diversos motivos y se cae en los mismos yerros en que todos hemos caído, y aunque considero, que cada cual ha de pasar por ello a su modo, tener sus propios criterios y experiencias, me gustaría, no obstante, aportar algo, deformación profesional será.

¡Ahí va!

Tanto para noveles como para veteranos:

El Aikido es como la vida, aunque en ocasiones no lo veamos así.  En este plano de conciencia en que nos encontramos percibimos diversidad, no hay verdades absolutas, todo es relativo, matizable y tiene como mínimo dos caras. No hay yin sin yang, frío sin calor, bueno sin malo, belleza sin fealdad, negro o blanco y multitud de grises, etcétera. Multitud de matices. Por eso mismo podemos elegir cómo afrontamos las vicisitudes -libre albedrío-, cómo reaccionamos ante los acontecimientos, aceptando o negando y tratando de oponernos. También en la práctica del aikido podemos adoptar iguales actitudes ante un nikkio, un sankio, un siho nage o un ukemi… Podemos aceptar y unirnos haciendo musubi, o revolvernos y oponernos intentando evitar el dolor o el derribo.

El Aikido, como la vida, nos irá enseñando la inutilidad de la oposición. La técnica, si bien ejecutada, es siempre más poderosa que nuestra resistencia, como la vida,  mejor aceptar, haciendo un lazo de ki con el nikkio, con el siho nage, con el compañero, con el tatami,  con nuestra mente.

Los aconteceres de la vida son inevitables y oponerse a ellos sólo producirá mayor sufrimiento. El ¿por qué a mi?, no es más que una mayor angustia, una nueva tortura. Si trasladamos la experiencia del tatami a la vida cotidiana, cosa que debemos hacer desde el primer momento, la existencia será más llevadera, más comprensible, más dulce y grata, más humana. No podemos evitar el dolor pero si hacer musubi y sobrellevarlo mucho mejor, sin perder el equilibrio.

Como decía un Gran Maestro indio cuyo nombre retenemos:

“No podemos evitar los espinos, pero sí calzarnos unas gruesas botas que nos permitan caminar sobre ellos sin lastimarnos”.

Nadar a favor de la corriente es lo lógico.

Nos aferramos a planes, ideas, costumbres y apegos mundanos como náufragos a una tabla de madera, pensando que así nos salvaremos, sin pensar que esa tabla está carcomida y no se mantendrá mucho tiempo a flote, y que nos arrastrará al fondo si no nos soltamos a tiempo.

Necesitamos aprender a flotar, a mecernos con el oleaje, a nadar mejor,  buscar una tabla segura entre los restos del naufragio.

Necesitamos aprender a flotar, a mecernos con el oleaje, a nadar mejor,  buscar una tabla segura entre los restos del naufragio.

En esta vida no hay nada permanente, ni riquezas, ni erudición ni amores vendrán con nosotros. Lo del mundo, en el se quedará hasta que llegue el final de su tiempo. Entonces también desaparecerá de aquí. Lo único seguro de la vida es que un día se acabará. Los apegos mundanos son una tabla picada que solo nos proporcionará ayuda temporal.

¡Masakatsu Agatsu Katsuhayabi!

El Aikido es un arte marcial del espíritu, eso es lo que debemos descubrir y desarrollar con su práctica. Y quien no lo crea, quien no comparta estas ideas, que no lo dude y busque otra escuela, otros senseis. Hará exactamente lo que tiene que hacer.

Para los que decidáis quedaros y seguir, para los que en ella seguís, no perdáis de vista esta perspectiva.

Humildad, humildad, humildad.  

Recordad la anécdota del cormorán que sugirió la base de nuestra escuela:

“Estaba yo en Galicia, en el faro de Corrubedo. Se suele ir allí a contemplar el batir de las olas  contra las rocas. ¡Un espectáculo! ¡Que pequeños somos!, ¡qué desvalidos estamos! Con el mar medio bravo caer a él supondría una muerte segura Tal como estaba ese día, apenas tocaríamos el agua y ya estaríamos estampados.

Pero en medio del furioso oleaje, entre las escarpadas y afiladas rocas, un cormorán flotaba impertérrito, ascendiendo y descendiendo suavemente, dejándose llevar meciéndose  displicentemente. Completamente sereno”.

Paciencia, sinceridad, constancia, musubi.

Al Fuji subes
despacio —pero subes,
caracolito…

“Para practicar en plenitud el arte el Aikido, debes calmar tu espíritu y regresar al origen. Limpiar el cuerpo y el espíritu retirando  toda malicia, egoísmo y deseo”. (O’Sensei)

 “Cada uno de nosotros debe limpiar su propio corazón y pensar siempre en el bien de los demás”. . . . . . Eso es Aiki.

UN ABRAZO AMIGOS

KOKOROKARA KOKOROE

Lucio Álvarez Ladera

San Lorenzo del El Escorial

04.01. 25