El Sufismo y la caballería…y el Aikido 2 – por el Maestro Lucio Álvarez
En varias ocasiones se me ha pedido, insistido, que vuelva a presentar algún artículo, algún texto a la revista y a la página web; lo cierto es que por diversas razones, que no viene al caso exponer, me he retrasado en este encargo, y tal vez pase todavía un tiempo (a causa de las razones no mencionadas anteriormente) antes de que me decida a escribir algo de mi propio coleto.
Lo que envío a continuación no es un escrito mío, pero comparto totalmente el mensaje. No podría definirlo yo más clara y bellamente, pues no se puede expresar mejor el Aikido, las auténticas intenciones y virtudes a buscar a través de él, su verdadera esencia, que como lo expone el sabio Javad Nurbakhsh en su descripción de la Ŷawān mardi, la caballería, y su relación con la senda espiritual del sufismo. Los cuatro elementos básicos del Aikido: Tai-iku, Ki-iku, Toko-iku y Chi-iku, están perfectamente reflejados en su discurso. El valor de esta exposición está a la altura de cualquiera de las enseñanzas que los Maestros más destacados puedan impartir de forma material.
Cuando el Dr. Javad Nurbakhsh dice “sufiés”, léase igualmente “aikidokas”, pues los mismos valores que él propugna para los unos, son los que los otros deben mostrar. ¡No hay diferencia alguna! Estas mismas recomendaciones podríamos haberlas oído de boca de O Sensei.
Ādāb es Tko-iku; Wahdat-e-Woŷud lograr Chi-iku y Baqā la permanencia en Kotodama.
Leedlo con atención. Y preguntaros si es ese el camino que queréis seguir y si lo estáis siguiendo adecuadamente: con dedicación, paciencia y humildad… Y preguntad a vuestros maestros las cuestiones que se os puedan plantear.
¡Qué os sea de provecho!
Lucio Álvarez
El Sufismo y la caballería
(Tasawof wa Yawan mardi)
Dr. Javad Nurbakhsh(Irán 1929-2008)
En el oriente medio, antes del Islam, la tradición de la Yawan mardi o caballería había educado personas a quienes se conocía como Yawan mardan. La tradición de la caballería estaba fundada sobre los valores de la generosidad (Morowat), la dedicación absoluta a los demás (Isar), el sacrificio (Fada Kari), el auxiliar a los oprimidos y desamparados, la compasión hacia las criaturas, el mantener la palabra dada y, finalmente, la humildad; cualidades que, más tarde, en el sufismo se convirtieron en las virtudes de los hombres perfectos.
Además de estos nobles atributos, propios de un verdadero ser humano, los Yawan mardan estaban comprometidos con un código ético (Adab) y unas costumbres, que representaban el propósito de la caballería.
Con la aparición del Islam, estos hombres, manteniendo la tradición de la Yawan mardi, lo aceptaron como su religión y, poco a poco, el sufismo fue fundado sobre los pilares del Islam y la caballería y la ética de la Yawan mardi constituyó la base de las prácticas y las costumbres de los sufíes en sus centros o Janaqah.
Más tarde, a medida que la filosofía de la Unidad del Ser (Wahdat-e-Woyud) y el Amor divino fueron expresados por los maestros de la senda y fueron adquiriendo mayor profundidad y belleza, la tradición de la Yawan mardi también encontró, poco a poco, una extraordinaria influencia y seguimiento entre los sufíes; pues el espíritu del sufismo consistía en mirar en una sola dirección (la de Dios) a través del la fuerza del amor y el cariño y, su método, el cultivar el comportamiento ético del hombre, lo cual se correspondía con la tradición de la caballería.
Es necesario saber que el sufismo posee dos aspectos, uno interior y otro exterior, su aspecto interior es el recorrido por la senda espiritual y atravesar sus moradas hasta alcanzar el nivel de la subsistencia en Dios (Baqa) y, el exterior, la práctica y el seguimiento de la tradición del Yawan mardi que constituye el conjunto de las virtudes de los hombres perfectos.
Los sufíes, que son los abanderados de la escuela de la hombría de bien y la tradición de la caballería en el mundo presente, no deben permitir que la civilización actual destruya las cualidades nobles de la humanidad y que el hombre, que, aparentemente, ha volado hasta los cielos, caiga hasta niveles más bajos que las bestias.
En el mundo material de hoy día, todo el esfuerzo de los sufíes debe consistir en convertirse en ejemplos de los seres nobles, para así estimular y dirigir el entusiasmo de otros hacia los más nobles atributos de la humanidad, dones otorgados, exclusivamente, a los seres humanos.
Los sufíes tienen la responsabilidad de demostrar a la gente el fruto y los signos del paraíso espiritual que han encontrado en la senda del sufismo, para que comprendan que, en comparación con el paraíso espiritual, su paraíso material es insignificante y carece de valor alguno.
Foto: Caballero Zoroastriano custodiando el fuego sagrado.