El Aikido es La Vía de la Armonía Espiritual y fue fundado por Morihei Ueshiba tras largos años de búsqueda, de práctica y de evolución. Es el Arte de la asimilación y unificación con la Naturaleza. No hay dualidad, ni lucha, ni adversario. Sólo existe la armonía entre nuestro espíritu y el espíritu del Universo, y las técnicas de Aikido son la realización material de esta armonía.
Es La Vía de la reconciliación, la encarnación del principio de unidad de todos los seres. Es, como dijo su Fundador, «la vía de la gran reconciliación y la brújula que señala hacia lo que las religiones denominan Cielo o Gran Universo», y que también queda recogido en uno de sus poemas:
«Bello, hermoso, inefable Universo:
¡Qué Gran Familia creada por el Señor de los dioses!»
Es decir, ¿necesitamos luchar donde no hay enemigo, en un mundo donde no hay adversario, en la creación del Creador? La misión y el sentido de La Vía es ser uno con el Centro, con un corazón sincero en el amor y en la reconciliación, y construir un hermoso y puro paraíso en este mundo.
Con el fin de alcanzar La Vía debemos experimentar el estado de Victoria-Aiki a través de la práctica constante. La Victoria-Aiki (Masakatsu Agatsu) significa «la Verdad es victoriosa; por tanto, yo soy victorioso». Teniendo la convicción de que la Verdad triunfará, iremos hacia delante decididos a eliminar todo el mal que hay en el mundo e incluso el estado donde no existen el bien ni el mal.
De esta manera nos superamos. Cuando la Verdad ha triunfado y nos hemos superado a nosotros mismos, hemos cumplido con nuestra misión, pero nunca podremos darnos por satisfechos si estamos auténticamente comprometidos con esta búsqueda.
Dicha misión es desarrollada por el Fundador en sus poemas didácticos:
«Para conseguir la paz
y la armonía con el mundo
proyecta toda tu fuerza
a través del Aiki».
«Mediante tu espíritu,
guíanos, absuélvenos,
Dios Universal».
«Acalla el ímpetu que se esconde
dentro de tu cuerpo.
Guía a todos los seres
Proclamando tu júbilo».
«A través de la sinceridad,
perfecciona y conoce la Verdad:
La unidad de todas las cosas,
visibles e invisibles».
A lo largo de la historia del Japón, los japoneses coinciden unánimemente en que la esencia del Budo (vías marciales) yace en su espíritu. Hay muchos ejemplos de supuestos maestros de sable que perdieron por su falta de autocontrol o de integridad y que nos sirven de valiosa advertencia para que alcancemos la Victoria-Aiki. A pesar de lo ampliamente que el Fundador estudió las técnicas físicas, el aspecto espiritual entrañó en ocasiones para él mayores dificultades y esfuerzos más amargos. Cuanto más profundizaba, más percibía que la fuerza o la técnica por sí solas eran insuficientes. Insatisfecho, debía penetrar en el terreno del espíritu y traspasar una espesa barrera si quería evolucionar y desarrollar su pensamiento. El Fundador dice, que fue inspirado y que sintió como una encarnación del dorado Bodhisattva Maitreya. Así comenzó el Aikido. Sus palabras señalan que el secreto del Aikido reside en la unidad del espíritu, la mente y el cuerpo, que él alcanzó tras amargos esfuerzos. Observamos que el proceso que siguió fue del cuerpo a la mente y de las Artes a La Vías.
No obstante, debemos recordar que el Aikido es Budo.Y tenemos que ser fuertes con el fin de poder barrer cualquier mal que sobrevenga y proteger la justicia, ya que el Aikido, coincide en sus enseñanzas con las leyes naturales Universales y participa de su espíritu. Más allá de las expectativas personales, es un poder enorme que hay que agrandar llenando el cuerpo con dicho espíritu.
Así lo expuso el Fundador: «Este mundo debe ser gobernado por el hombre. Es el Universo del hombre. Si cierras los ojos no ves nada, pero si dejas fuera tu egoísmo y tus propios deseos, todo el Universo será tuyo. Esta asimilación de las formas espirituales y corporales es el Aiki».
Así, pues, la consumación del Aikido consiste en hacerse uno con el Universo. Por esta razón, se le llama Budo de la unificación y de la integración. También señaló el Fundador: «Aiki es la expresión de la auténtica Verdad. Es la Vía para unirse a los que nos agreden y reconciliarse con ellos mediante el amor. Si alguien te ataca coléricamente, concíliate con tus sonrisas. Este es el verdadero «Aiki».
Si no comprendemos esta enseñanza y usamos el Aikido sólo para luchar, nunca se nos desvelará su secreto. Aunque esta introducción haya servido para captar la idea general del Aikido, su verdadero significado sólo podrá comprenderse a través de la práctica.