Aquí estamos de nuevo.
En el chat de WhatsApp de la Junta de A.F.A. se ha publicado el enlace de una página en la que se habla de los beneficios de la práctica del Aikido. El artículo en cuestión está bien escrito y destaca algunas de las virtudes de nuestro arte. Pero, como suele ser habitual, cae en las acostumbradas contradicciones, en afirmaciones y definiciones equivocadas o falsas.
Para empezar la citada página se auto-designa: deportesaludable.com
Deporte. Y por tanto, ya de primeras, sin más, trata al Aikido como actividad deportiva, aunque luego menciona la no competitividad de este, – 1ªcontradicción-. Se afirma en el artículo que el Aikido fue “creado por Morihei Ueshiba en la primera mitad del siglo XX”. ¡Error! El Fundador jamás se definió como creador, no hay más que remitirse a él, leer sus propias palabras.
Se define al Aikido como “arte de la paz” y como “arte marcial defensivo” ¡Contradicción! Uno se defiende de un ataque contraatacando, eso no es paz, es combate en toda la extensión de su significado, ¿qué es si no, combatir, pelear, guerrear, más que una sucesión de ataques y contraataques?
Luego se dice en el texto que el Aikido está incluido en los programas de salud de muchos países y que fomenta la defensa y la paz ¡La misma contradicción! ¡Quizá, a base de repetirla consigamos que concuerden paz y defensa personal!. Dice también que el Aikido según el verdadero sentido que O Sensei daba a las artes marciales no estaba en la lucha, ”sino en la necesidad de llegar a ser uno mismo”. Si lo consideramos, tal como lo consideran en el texto, una defensa personal ¿cómo se come esto?
Dice así mismo, que por eso, por “la búsqueda de uno mismo”, puede practicarlo cualquier persona al margen de su sexo o condición física. ”Además, afirma, se trata de un arte marcial cuyo objetivo es reducir al atacante sin hacerle daño”,¿? ¡Vaya, ya no es la búsqueda de uno mismo!, ahora el objetivo es, reducir al atacante sin lastimarle, más aún: ¡sin hacerle daño!
¡Imaginemos a una persona sin una buena forma física reduciendo el ataque de un avezado delincuente sin hacerle daño!
Para que una técnica de defensa sea eficaz como tal técnica de defensa, hay que entrenarla muchas veces durante mucho tiempo, requiere de un gran dominio y de una buena forma física, y, aun así, las condiciones en la calle casi nunca serán las del dojo, tatami, ring o gimnasio en donde practicamos, y no resulta fácil de aplicar. Si a pesar de todo, conseguimos aplicarla, ¿cómo va a repercutir en la persona que la reciba? ¿sabe este/a individuo/a caer correctamente, ceder ante un nikyo sin romperse una rodilla o lesionarse la muñeca? Para que verdaderamente las técnicas puedan practicarse sin riesgos hay que trabajar de Uke, tanto o más que de Tori. De no ser así y en plena calle, lo más fácil es que quien reciba un shiho nage -por ejemplo-, acabe con un brazo roto y, muy posiblemente también con la cabeza herida, ¿reducción sin daño?, ¿paz?, ¿búsqueda de uno mismo?
¿Podemos llamarlo paz solo por no haber empezado nosotros la lucha? Como ha sido el otro el que ha empezado, si ha quedado mal herido qué se j…
Me pregunto, para difundir el Aikido, ¿por qué no podemos destacar los beneficios de la práctica del Aikido sin meternos en esos berenjenales? Sin necesidad de engañar a la gente.
Me he cargado a un tipo que quería quitarme el reloj o la cartera, ¡ya he encontrado mi verdadero yo, me he encontrado a mí mismo! Eso, que tantos místicos, sabios, científicos, yoguis y filósofos de todo tipo, han buscado durante tantos siglos, y buscan, eso a lo que han dedicado y dedican tantos años de estudio teórico y práctico, lo he logrado yo en un “pispas” retorciéndole la muñeca o lanzando contra el suelo a un agresor. ¡Vaya por Dios! Con la de nikkyos, kotegaeshis y demás que se habrán hecho durante siglos; con la de brazos y narices que se han roto; con la de cabezas partidas
Y contando con que la defensa personal nos salga a ganar, y si nos sale a perder, ¿qué?
¿En cuánto valoramos la integridad o la vida, nuestra o de otros? La nuestra en mucho, claro está, ¿y la de otros? ¡Qué les den! …; ¿paz?, ¿búsqueda de uno mismo?
Si no es así, si soy un broncas, el malo, el peligroso soy yo. Los demás son los que tienen que defenderse de mí.
Sea como sea, sí soy una persona normal, y no voy por ahí buscando bronca. Deberé tener en cuenta que si mi objetivo es la defensa personal, la práctica del Aikido, o de cualquier arte marcial o forma de combate desarmados, sale carísima ¡Super cara!
Teniendo en cuenta una cuota mensual no muy cara, pongamos una media de unos 60€, más la equipación, el seguro, la colegiación y las cuotas para exámenes, echad cuentas de la pasta que llevaréis gastada para cuando tengáis una cierta garantía de éxito -se suele tardar como mínimo tres años para conseguir un 1er. Dan, (cinto negro)-, y comparad con lo que vale un reloj, un anillo y una cadena buena o con lo que llevemos en la cartera, es mucho más barato dárselo al ladrón.
Para rentabilizar el aprendizaje tendríamos que estar defendiéndonos de alguien todos los días, al menos una vez. Ni en Gotham se dan tantos malos, e incluso allí, han preferido contratar a Batman, un profesional. Eso de reducir a un atacante, a un malo, a un delincuente, es trabajo de los miembros de los cuerpos de seguridad. No de los ciudadanos de cualquier sexo o condición física. Ellos: policías y demás agentes de seguridad, sí pueden y deben hacer esa tarea. Para ellos sí que sirve y es útil la aplicación de las técnicas para la lucha, para la reducción del atacante y con proporcionalidad. Ellos sí se ven forzados, por su profesión. El resto, lo mejor que podemos hacer, la mejor defensa a aplicar, ¡la mejor con diferencia! En realidad, la única realmente eficaz, es poner en práctica el principio: “Quien evita la ocasión, evita el peligro”.
Y esto no es cobardía, ¡ni mucho menos!, es saber poner en práctica las bases de toda arte marcial, sea esta la que sea, sin armas o con ellas: Aikido, Karate, Boxeo, lucha libre o grecorromana, Kick Boxing, Wing Chun, Jiu-Jitsu, Krav Magá, tiro con arco, con pistola o rifle, lanzamiento de jabalina, de bomba de mano; el uso de un tanque, un avión, un submarino o un buque de guerra… Todas, sin excepción, requieren de al menos tres bases a saber: una postura o posición apropiada, una distancia igualmente adecuada y capacidad de desplazamiento. Si no cumplen cualquiera de estos requisitos pierden su eficacia. El boxeo, el karate, el Krav Magá estupendos métodos de combate cuerpo a cuerpo, – por cierto, el ahora tan de moda Krav Magá, utiliza muchas técnicas propias de Aikido, y también de otras artes marciales japonesas, pero, al menos, no engaña y se define como un sistema de defensa sin reglas- a tres, cuatro o cinco metros de distancia, de poco valen. Una pistola a pocos metros de distancia de su objetivo, asida con firmeza y desenfundada a su tiempo, es tremendamente eficaz. Si no, si está a cincuenta o sesenta metros, asida blandamente o enfundada, pierde toda esa eficacia, y lo mismo le pasa a todo lo demás. Tanto las artes marciales sin armas como las armadas y las propias armas, se inventaron y se fabricaron con unas características concretas para cumplir un determinado propósito, fuera de estas condiciones pierden, en parte, o totalmente, su valía.
Por otro lado, ¿de qué he de defenderme?, ¿qué me amenaza?, ¿qué temo? La probabilidad de que nos ataquen es ínfima. Nos alarmamos con las noticias, pero, en realidad, si soy una persona normal y no un busca broncas, si llevo una vida normal, ¿qué posibilidades hay de verme metido en líos lo suficientemente importantes, como para arriesgar mi vida o la de otros? Lo cierto es que poquísimas.
Yo llevo más de 40 años practicando artes marciales. Solo en un par de ocasiones me he visto acosado sin buscarlo ni facilitarlo yo, y en ambas lo he resuelto poniendo en práctica, postura, distancia y desplazamiento, sin necesidad de llegar a las manos. Otra cosa es que pueda uno considerar “defensa personal” el responder con violencia física a un insulto verbal, a un empujón fortuito -típico motivo de bronca en las discotecas: él me ha tirado la copa, yo le doy un puñetazo en los hocicos-, o a una simple amenaza.
Si nos viene alguien a practicar Aikido con la idea de aprender a defenderse, no le engañéis ni siquiera pensando que con el paso del tiempo ya aprenderá. Usad argumentos verídicos y sinceros. En el folleto de la A.F.A. tenemos impresas las razones que dio el gran Kisshomaru Ueshiba. Los beneficios Sico-físicos, destacados por él: ”El primer (principal) objetivo del Aikido no es aprender a proyectar (derribar, lanzar) sino a liberarse de los bloqueos… etc.”.
San Lorenzo de El Escorial a 15/12/19
Lucio Álvarez Ladera