Qué dificil alejarnos del tatami y seguir llevando con nosotros aquello que vamos allí a buscar.
Nos quitamos el kimono, nos damos una ducha… Y parece que ya estamos redimidos por unos días hasta el siguiente entrenamiento.
Ya no pensamos en lo que es fluir, nos olvidamos de quitar rigidez, seguimos predisponiendo todo lo que nos ha de acontecer, seguimos siendo egoistas, prejuiciosos y mostramos la actitud de recibir en lugar de la actitud de dar…
A la siguiente clase, volvemos a enfundarnos el kimono, a tomar las armas camino del tatami, y de repente, queremos ser todo eso que durante unos días hemos olvidado.
El «toko iku», esa tarea pendiente.
Ikkyo, o primer principio de control, esa técnica aparentemente tan sencilla, encierra en sí misma la verdadera esencia y ética del Aikido. La mutua preservación. Como cada técnica, hemos de realizarla en el momento preciso, sin choques, sin violencia, sin forzar al uke… Dirigiendo, buscando no lastimar, mostrando el más absoluto respeto, sin enfados, sin brusquedades… Siento que vamos al entrenamiento y nos esforzamos en esa idea, pese a que aquello, cuando vamos a realizarlo, ya no nos parece tan sencillo…
Atendemos las correcciones del maestro, intentamos repetir, ponemos actitud, mostramos respeto, buscamos la unión… (qué difícil…)
Ding dong… Suena la campana… Otra vez a la ducha…
Y como nuevo, oye! Ale, ya; ya he cumplido. Ración de ego satisfecho y cuerpo cansado… Voy a dormir como un lirón. Ya he cumplido con mi «obligación»… Kimono a la lavadora, meto el bokken en el armario… Y ya está hecho todo el trabajo…
No he terminado de salir de las instalaciones, y ya me he olvidado de lo que fui a buscar…
Eso mismo que fui a buscar, ha de vivir cada instante en nosotros. Lo que fui a buscar, no es ni más ni menos que AI KI DO. Esto es un arte marcial del espíritu. Por qué me olvido cuando tomo el volante del coche, cuando me enfado conmigo mismo por cualquier vanidad, cuando reniego de la vida que me toca llevar, cuando un compañero, hermano, padre, me lleva la contraria intentándome ayudar…
¿Por qué no recordamos Ikkyo? ¿Por qué no recordamos correcciones del tipo «relaja», «no choques»,´»déjate llevar», «sin brusquedad»…?
Mientras escribo esto, cambio mi vista a la derecha y leo: «NO DISFRUTARÁS DEL CAMINO SI TODO LO QUE TE PREOCUPA ES LLEGAR»
Pues eso es lo que nos ocurre. Queremos alcanzar metas de todo tipo en todos los ámbitos de la vida. Y cuanto antes !!!
Por eso, vamos al entrenamiento con la meta de APRENDER, y salimos del entrenamiento y nos envuelve la meta de CONTROLAR nuestra vida, alcanzar objetivos mundanos. Y si no conseguimos más poder, más dinero, más placeres, más popularidad… nos sentimos desdichados y frustrados…
Mientras nos enredamos en todas estas trampas que nos ofrece el mundo (la mente), olvidamos el verdadero sentido que tiene todo esto que venimos a buscar vestidos con un kimono… Y que no se acaba más allá del kimono!!!
Me viene a la memoria:
«Estás aquí con el solo propósito de darte cuenta de tu divinidad interior y manifestar tu iluminación innata. Alimenta la paz en tu propia vida y luego aplica el Arte a todo lo que encuentres».
Creo que le debemos mucho al Aikido, y a quien por las razones que corresponda nos puso en este Camino (con mayúsculas) en algún momento.
No olvidemos lo que somos. Y hemos de serlo 24 horas al día. El resto de horas, podemos dormir o practicar deporte… Cuestión de gustos.
Diego