-Se nos ha ido otro- me dice nuestro buen amigo Diego al comunicarme el fallecimiento de Iñaki.
Sí querido Diego. Otro que nos deja. Ya vamos quedando menos.
Y algunos tan mermados que casi es como si no estuviéramos.
Pero tengamos siempre presente a Iñaki y su tesón ¡Cuántas veces he recurrido a su ejemplo en mis entrenamientos, cuando alguien se quejaba de sus limitaciones!
Él hizo de su “merma” una virtud. Buscó tenazmente su estilo, lo encontró y lo desarrolló extraordinariamente bien y lo comunicó con igual dignidad y mérito.
¡Qué bello su estilo!
Pero no le hemos perdido, al revés, es ahora cuando más está con nosotros. En vida la distancia, que no el recuerdo, nos separaba, ahora esa distancia ya no existe más que en nuestra capacidad de percepción.
La materia es energía vibrando en una determinada frecuencia perceptible para nuestros sentidos físicos. Pero la energía se transforma, ni muere, ni se destruye. Ahora, libre de las limitaciones físicas es cuando realmente está fundido con todos, cuando forma parte de su familia, de la familia del Aikido, de la familia universal.
De cualquier modo para mí siempre fue una persona amable, amigable, cordial y muy entregado. Le recordaré con cariño como “el hombre de la hermosa sonrisa”.
Un sincero abrazo a su esposa, hijos y demás familia. Tanto yo como todos los miembros de la A.F.A. les comunicamos nuestro más sentido pésame.
Dios lo tendrá, seguro, en su cobijo.
Lucio Álvarez Ladera.