*Publicación de nuestro compañero Rafa, extraído del foro

Llevaba algún tiempo buscando el momento de sentarme a compartir algunas cosas en mi opinión interesantes que me llegan.Y que casualidad.. Diego le daba vueltas al mismo tema… según parece. : )

Bueno pues hay va este texto que para mi reproduce también parte de lo que es el Ukemi.

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Las hojas no caen, se sueltan….
Siempre me ha parecido espectacular la caída de una hoja.
Ahora, sin embargo, me doy cuenta que ninguna hoja “se cae”
sino que llegado el escenario del otoño inicia la danza maravillosa del soltarse.
Cada hoja que se suelta es una invitación a nuestra predisposición
al desprendimiento.
Las hojas no caen, se desprenden en un gesto supremo de generosidad
y profundo de sabiduría:
la hoja que no se aferra a la rama y se lanza al vacío del aire
sabe del latido profundo de una vida que está siempre en movimiento
y en actitud de renovación.
La hoja que se suelta comprende y acepta que el espacio vacío
dejado por ella es la matriz generosa que albergará el brote de una nueva hoja.
La coreografía de las hojas soltándose y abandonándose a la sinfonía del viento
traza un indecible canto de libertad y supone una interpelación constante y contundente
para todos y cada uno de los árboles humanos que somos nosotros.
Cada hoja al aire que me está susurrando al oído del alma
¡suéltate!, ¡entrégate!, ¡abandónate! y ¡confía!.
Cada hoja que se desata queda unida invisible y sutilmente
a la brisa de su propia entrega y libertad.
Con este gesto la hoja realiza su más impresionante movimiento
de creatividad ya que con él está gestando el irrumpir de una próxima primavera.
Reconozco y confieso públicamente, ante este público de hojas moviéndose al compás del aire de la mañana, que soy un árbol al que le cuesta soltar muchas de sus hojas.
Tengo miedo ante la incertidumbre del nuevo brote.
Me siento tan cómodo y seguro con estas hojas predecibles,
con estos hábitos perennes,
con estas conductas fijadas, con estos pensamientos arraigados,
con este entorno ya conocido…
Quiero, en este tiempo, sumarme a esa sabiduría,
generosidad y belleza de las hojas que “se dejan caer”.
Quiero lanzarme a este abismo otoñal que me sumerge en un auténtico espacio de fe, confianza, esplendidez y donación.
Sé que cuando soy yo quien se suelta, desde su propia consciencia y libertad, el desprenderse de la rama es mucho menos doloroso y más hermoso.
Sólo las hojas que se resisten, que niegan lo obvio, tendrán que ser arrancadas por un viento mucho más agresivo e impetuoso y caerán al suelo por el peso de su propio dolor.
Las hojas no caen, se sueltan.

Un texto de José María Toro, extraído del libro “La Sabiduría de Vivir”

Y es que la naturaleza parece que esta hay para revelarnos e inspirarnos, los arboles que parece que siempre están en proyección cielo tierra dejándose mecer por el viento dependiendo de su flexibilidad… los que son demasiado rígidos, secos, se rompen.. El agua que a todo se adapta, y que con constancia es capaz de arrastrar los obstáculos en su avanzar…A cada día le sucede la noche y de nuevo el día y nosotros continuamos donde lo dejamos y así continuamente…

Como decías Diego en tu otro artículo, resumiendo mucho.. la naturaleza no es mas que armonía y equilibrio. Y muchos pesamos que esta es también nuestra naturaleza, aunque nos quieran confundir el camino, y no nos lo creamos, y nos inventemos necesidades o carencias para buscar una felicidad que esta hay justo donde estemos y que no depende de nada externo y cambiante como sabemos, esta en cada momento y no se acaba nunca, es la energía del universo. Decirlo es tan fácil… pero pararse lo suficiente para conseguir la armonía con esta energía se puede hacer tan largo y duro como queramos o tan fácil como queramos, todo dependerá de la atención (zanshin), humildad (1.Virtud que consiste en el conocimiento de las propias limitaciones y debilidades y en obrar de acuerdo con este conocimiento.2. Rendición. Esta acepción como yo la veo es el despegarse de nuestros prejuicios e impresiones sobre nosotros mismos para poder ver nuestra verdadera realidad a través del maestro, ya que mi ojo no se puede ver así mismo, necesita ser visto por otro ojo.), sinceridad y gratitud que pongamos a las palabras de aquellos que saben más en esta búsqueda de vivir en armonía en definitiva. 

He escuchado a algún compañero que llevan menos tiempo practicando decir “me imagino que cuando ya le coja un poco mas el truco me divertiré mas” y yo pensaba, si es que esto no acaba nunca, continuamente estas dándote cuenta de tu propia ignorancia física (o torpeza: con el significado de poner trabas al movimiento natural haciendo que parezca dificultoso) e intelectual(entendida como auto conocimiento), así que disfruta cada entrenamiento.
También escuche a otros que llevan mas o menos el mismo tiempo, decir dejo de ir a clase porque tengo muchos problemas laborales, y en clase estoy continuamente mirando la hora y pensando en el trabajo, y yo pensaba, si es que a eso te ayuda el aikido, a volver a tu centro sin rendirnos una y otra vez, y a aceptar para resolver el conflicto.
Y a algunos que llevaban mas tiempo, ya no entreno porque no me dan las rodillas, no puedo estar en seiza, y yo le decía nadie te obliga a permanecer en esa postura si te es dolorosa, pero el decía que si no podía estar como era la tradición que no seguía… y yo pensaba: porque eliges la manera en la que se ha de desarrollar la clase en lugar de el maestro, bueno pues cada uno tendrá un camino que seguir pese a que yo veía que le gustaba este del aikido.

Pues como siempre termino: que el entrenamiento hay que vivirlo para poder seguir encontrándonos con nuevos retos, compañeros, y alegrías.

Saludos,

Rafa